En tierra de nadie

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Es difícil no volverse loca cuando lo único que tienes durante un día detrás de otro es una batalla abierta con el presente. Y recuerdos. Y sueños.

Recuerdos de hace mucho y cada vez más tiempo y sueños que, por el momento, no se cumplen.

Actualmente, cuando alguien se interesa por mi vida: o hablo de oposiciones o hablo del pasado o hablo del futuro. Pero me falta esa parte esencial para toda persona que es mi presente. El mismo que me estoy dejando contra el escritorio y bajo la luz del flexo. Aunque esto también es aplicable a cualquier otro objetivo en el que estemos trabajando duro para conseguirlo.

Por eso a veces tengo la sensación de ser como una máquina del tiempo, que viaja hacia atrás y hacia delante continuamente.

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Hay muchos olores, palabras o sensaciones que últimamente me arrastran, de repente, hasta otro momento de mi vida: cuando era niña y jugaba en el desván de mi abuela, las mañanas de la mano de mi padre por la calle, los primeros días de universidad o lo mucho que me agobiaba por lo que ahora me da risa. Y yo me pregunto ¿por qué?

Porque todos y cada uno de los momentos que han precedido a este justo instante han hecho que yo sea como soy, y no de otro modo. Y porque aquellos fueron los días en los que podía ser yo. La “yo” de verdad, la “yo” en acción. Y no la “yo” en eterna potencia…

Es tanto tiempo ya así (y sobre todo, a partir de que comienzas a contarlo en años) que empiezas a confundir lo que realmente eres con las circunstancias en que estás inmerso. Y a creer que has cambiado, que quizá ya no te gustan las mismas cosas o que ya no se te da bien aquello en lo que antes destacabas. Te has ido dejando tan en un segundo plano que cuando quieres caer en la cuenta, estás en tierra de nadie: ya no eres lo que eras, pero tampoco lo que quieres ser. ¿Y entonces qué?

Al mismo tiempo y en mitad de tanta paranoia (“¿y si al final esto no sirve de nada?”, “¿me estaré equivocando?”, “¿cuánto tiempo me quedará así?”) también me pongo a pensar que gracias a esta aventura he aprendido a valorar los pequeños detalles. O a darle la importancia que de verdad tienen: una ducha caliente, un rato sin reloj, la brisa en la cara o una pompa de jabón.

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Ahora, cuando voy por la calle, me siento una india en París: todo me parece nuevo. Y no lo es, pero como si lo fuera.

Ahora me fijo en la cara de la gente con la que me cruzo y me pregunto qué les hará reír o qué les tendrá preocupados. Me hacen gracia los perritos que van pisándoles los talones a sus dueños y reparo en las luces que alumbran las calles ya navideñas como si nunca hubiera visto algo parecido. Es, en definitiva, lo que suele pasar cuando dejamos de tener algo: que empezamos a valorarlo.

Pero, por otro lado, estoy tan metida en mi rutina y tan acomodada a ella (que no cómoda) que el pensar en una ruptura radical también me sobrecoge. Creo que me está pasando factura una especie de Síndrome de Estocolmo, pero con las oposiciones. Ya verás tú, al final no me voy a querer ir.

Y esto es así porque como necesitas que nada te afecte para poder darlo todo todos los días (pase lo que pase), no sólo aprendes a aislarte, sino a hacerte con el control de las situaciones. Si sé que alguien llega a casa a tal hora y que se arma jaleo, yo procuro que llegada esa hora yo ya haya hecho lo que tenía que hacer y así no me entorpezca demasiado. O cualquier otra cosa que queramos evitar. Y ello nos lleva a tener una falsa sensación de control y predicción sobre lo que acontece que, el día que todo esto se acabe, se acabará también.

Porque lo que ahora identificamos con rutina, en el fondo, nos da la estabilidad que necesitamos. Pero la vida no es previsible, y eso es lo que la hace tan especial. Aunque a nosotros no nos esté permitido, por ahora, improvisar.

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Dicen que la rutina lo mata todo, pero nunca me había planteado si eso era también aplicable a la relación de uno consigo mismo.

Supongo que depende del tipo de rutina, pero en ésta mía, en la que sólo te está permitido asumir conceptos, creo que, en parte, sí. Es típico eso de llegar al bar de la estación y que los que saben a qué me dedico me tengan “guardadas” un par de preguntas de actualidad sobre Derecho. Y también es muy típico que yo me acabe enterando de lo que ha sucedido en la semana en ese mismo momento, porque yo sé que debería estar muy al loro de todo, pero cuando digo que estudio todo el día no bromeo.Todo es todo. Ahora viene la segunda parte: improvisar una respuesta (porque es más fácil eso que tratar de que entiendan lo que acabo de decir). Y ahí me doy cuenta de que, en realidad, muchas veces me cuesta encontrar una opinión verdaderamente personal acerca de muchas cosas sobre las que estudio. ¡Yo me entreno justo para todo lo contrario! Para recitar de carrerilla lo que opinan los demás.

Tú no hables, no pienses, no nada. Tú estudia.

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Supongo que algún día saldré de este bucle infinito y que los domingos serán el último día de la semana y no el primero. Pero mientras tanto, me quedo con estos pequeños momentos y reflexiones que, de no estar haciendo lo que hago, tampoco habría podido experimentar.

Estoy convencida de que si hay algo que merece la pena probar en esta vida es la firmeza de las convicciones y la flexibilidad de los límites que cada uno se impone.

 Porque eso es lo único que puede darte un tipo de fuerza que muy pocos poseen:

la de aquel que es capaz de convivir con sus virtudes y con sus miserias hasta que venzan las primeras.

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28 comentarios en “En tierra de nadie

  1. Por sí te sirve, yo tenía un opositor muy dado a cuestionarlo todo y dar sus propias opiniones. Me costaba mucho convencerle de que el opositor no piensa, canta temas. Que se guardará sus opiniones para cuando aprobara. Por fuerte me hizo caso, hoy es un excelente fiscal y un queridísimo compañero… Y no hay quién lo calle. Besos, guapa. Seguro que a ti te pasa igual

    • A mí no es que me cueste callarme mi opinión, ¡es que me cuesta tenerla en determinados aspectos! Quizá es consecuencia normal de que no tengo tiempo ni de plantearme ciertas cuestiones… Yo siempre pienso lo mismo:¿ El Tribunal Supremo me va a preguntar qué pienso? Entonces ¿para qué pensar?
      Y no es propio de mí callarme ni soy una persona conformista. Pero ahora mi deber es rellenar la base de datos y después… Después ya se verá 😉
      Gracias por leerme, Susana. Eres un gran apoyo moral 😊

  2. Gracia dijo:

    Como siempre eres grandísima escribiendo, y estoy segura que una muy muy buena opositora! 🙂 oye, una duda, te has presentado alguna vez? y es así, queee tal la experiencia!!!!! un besazo y no pares de escribir, me recuerdas a Ruiz Zafón, autor que caigo de rodillas por él, muakiiis!!!!

  3. Todos los que hemos preparado oposiciones pasamos por ese periodo de tierra de nadie. Estamos sumergidos en el estudio y no tenemos tiempo de disfrutar un presente, porque nuestro presente está delante nuestro en forma de apuntes, así que solo nos quedan recuerdos de otros tiempos y proyectos de futuro para cuando esto se acabe. Pero llega un día en que se acaba Marta, así que ánimo que como todo, esto también pasará.

  4. VANESSA dijo:

    Hola Marta! 🙂
    Genial el post, como todos los que escribes.
    Me encanta leerte y sentirme tan identificada. La verdad que es un gustazo este blog, enhorabuena!!

    Un abrazo fuerte y ánimo!

    • Muchísimas gracias, Vanessa 😊 La verdad es que los que hacéis que grande este espacio sois los lectores. Gente normal, que está en su casa metida en su rutina y que decide invertir un poquito de ese casi nulo tiempo que tienen para leer estas palabras. Lo increíble es que me escribas, porque en esto, como en la mayoría de las cosas verdaderamente buenas de la vida, cuanto más das, más recibes. Y yo siento que os debo mucho a los lectores.

      Gracias por estar ahí al pie de estos renglones!! 😉

      Un besazo ❤💋

  5. Marta Sánchez Gil dijo:

    Genial el post, como siempre. Me alegras el día cuando veo una nueva publicación tuya. Qué bien expresas lo que muchos sentimos cada día! Un beso Marta y muchos ánimos, tantos como los que tu nos transmites con tus entradas 😉

  6. Samy dijo:

    Marta dixit: “ Pero me falta esa parte esencial para toda persona que es mi presente.”. Qué presente? …nos han criado y nos crían para valorar lo que no tenemos o lo que hemos perdido. Si conseguimos algo, pensamos que no es para tanto. No nos crían para el presente.
    Recuerda : no hay grandes problemas , sólo hay pequeñas personas y tú no eres de esas.

    Un besazo.

  7. 2 de Julio dijo:

    ¡Hola! Acabo de descubrir tu blog y me ha encantado tu forma de escribir. Además, me siento muy identificado con buena parte de lo que escribes. Me encantan los pequeños detalles pero ahora estoy inmerso en la rutina de las oposiciones.Te deseo mucha suerte, en todo. Un besazo.

    • Muchísimas gracias, 2 de Julio 😊
      Los pequeños detalles son la esencia de la vida, pero somos tan «tontos» que no terminamos de comprender lo que tenemos hasta que no lo perdemos… Lo bueno es que cuando apruebas sales con un máster en lo que quieres hacer en la vida 😉
      Un fuerte abrazo

  8. mafalda dijo:

    Hola Marta, precioso post, como cada uno de ellos, no se puede parecer más tu escrito a mi realidad, nada más empezar a leer voy y me topo con esto:

    «Es difícil no volverse loca cuando lo único que tienes durante un día detrás de otro es una batalla abierta con el presente». Y recuerdos. Y sueños.

    Recuerdos de hace mucho y cada vez más tiempo y sueños que, por el momento, no se cumplen.

    Esto de opositar es una locura, es como si el reloj de tu vida se hubiese detenido en seco y ves como la gente de tu alrededor siguen con su tic-tac, es curioso ya no solo vivo en un cuerpo extraño si no en un mundo extraño.
    Creo que todo el mundo (durante al menos un lapso de tiempo) deberían probar esto de opositar,para que vean que transformación se sufre; estoy convencida que una vez esto termine no volveré a ser la misma persona, no se si mejor o peor pero desde luego la misma no, para nada.
    Mientras llega ese momento, aquí seguiré en mi mundo, luchando por mi sueño.

    Un beso Marta y mucho ánimo en tu batalla.
    * No dudes que iré a Córdoba y no dejaré pasar la oportunidad de conocerte.

  9. carhe dijo:

    Llevo gran parte de la tarde leyendo tu blog y al final no he podido por menos que comentarte. Me siento muy, pero que muy, identificada con gran parte de tus post, será por eso de que yo también estoy opositando (aunque es de la rama sanitaria) por segundo año, y la verdad que tras leerte ya no veo tan raro toda esta mezcla de sentimientos que aparecen durante la preparación del exámen, sobre la gente que está, la que ya no está y ha desaparecido, los cambios personales que experimentas, la de cosas que antes ni notabas que estaban ahí y de repente son imprescindibles y viceversa, las que creias imprescindibles y ahora no significan nada. No sé… leerte me ha venido realmente bien y me ha motivado muchisimo para seguir intentando conseguir mi meta. 🙂
    (No sé si seguirá activo el blog ni si cuadrará mucho este comentario en esta entrada, pero he leido tantas que me he quedado en esta y aquí que he dejado mi comentario)

  10. blanca dijo:

    Hoy he descubierto tus textos porque me encontraba más agobiada de lo habitual con lo único a lo que me dedico desde hace más de dos años y eso que mis circunstancias personales exigirían mucha menos dedicación. Pero claro, la única manera de hacerlo es hacerlo, claro y no tan sólo intentarlo a pesar del resultado…. No sé si me explico. El caso es que me has encantado. Me seguiré paseando por aquí. A veces el mal de muchos sí es consuelo, aunque pueda ser de tontos. Gracias. Me he sentido muy identificada con tus pensamientos y tus sentimientos.

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